El pasado 29 de noviembre, cerró el primer mega proceso que incluyó condenas a militares involucrados en los denominados “vuelos de la muerte”, una práctica de exterminio de detenidos desaparecidos por la dictadura en ese país (1976-1983), lanzados al mar con vida después de haber sido sedados.
Las personas detenidas eran sacadas de sus celdas en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) con la esperanza de ser liberadas o trasladadas a un centro de recuperación. Luego les inyectaban una sustancia sedante llamada pentotal, les desnudaban y les subían a aviones militares. Desde allí, a miles de metros de altura, eran lanzados vivos a las aguas del Río de la Plata, que desembocan en el Atlántico Sur.
Se trata del juicio más grande de la historia de Argentina, el tercero que se ha realizado por delitos cometidos en la Esma, siendo el más prolongado de ellos. A lo largo de los años sucedieron varias dilaciones y hallar las pruebas fue una tarea titánica, en la que intervinieron investigadores/as, abogados/as y periodistas.
Más de 800 personas declararon en la mega causa que tuvo 54 imputados por delitos cometidos contra 789 víctimas, y determinó la condena perpetua de 29 implicados, incluidos algunos de los más conocidos ex represores, ya condenados por otras causas. Hubo 6 absoluciones y el resto fueron condenados a penas entre 8 y 25 años.
Los “vuelos de la muerte” no dejaron sobrevivientes ni registros. Sin embargo, las sudestadas, vientos fuertes que soplan desde el sudeste y hacen crecer las mareas, trajeron a las playas los cuerpos de 4 mujeres, que fueron enterradas como NN. En el 2005 fueron exhumados los restos y se supo que eran los cuerpos de la monja francesa Leonie Duquet y de tres fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, que habían sido secuestradas por los militares en 1977. Luego se encontraron las planillas de uno de los aviones usados en los asesinatos, suficientes para vencer el pacto de silencio con el que se han cubierto los represores y demostrar que sí hubo tales vuelos.
Este mega proceso no se encargó solo de los ‘vuelos de la muerte’. También castigó otros de apropiación de menores, homicidios, torturas y más secuestros, e incluso el de una joven sueca que fue confundida con una dirigente del grupo guerrillero Montoneros.
Con la excepción de los presuntos implicados, que quedarán en libertad, el resto de la sentencia confirmó que Argentina sigue siendo un referente mundial en los juicios de lesa humanidad y sus durísimas condenas. A pesar de que la justicia ha obrado a veces más lento de lo que se espera, las decisiones políticas y los cambios de gobierno han seguido la línea de esta especie de justicia reparadora e implacable para responder con altura a una de las etapas más oscuras de la historia de Latinoamérica.
Fuente: Noticias de América Latina y el Caribe (Nodal)
5 de diciembre de 2017