Desde la Vicepresidencia de Desarrollo Urbano Sostenible y Cambio Climático de Mercociudades, en el Día Internacional de la Diversidad Biológica, este 22 de mayo, hacemos un especial llamado a todos a reflexionar sobre las consecuencias que la modificación indiscriminada del ambiente y el uso no sostenible de sus recursos por parte de nuestro proceso civilizatorio provocan, llevando a situaciones límite. La permanente presión del consumo sobre el ambiente y el hábitat ha sido parte de las causas del desarrollo de la inédita situación en que la pandemia de Covid-19 nos ha colocado.
Los recursos biológicos son los pilares que sustentan las civilizaciones. La fauna marina proporciona el 20% de las proteínas animales a unos 3.000 millones de personas. Más del 80% de la dieta humana está compuesta por las plantas. Aproximadamente, el 80% de las personas que viven en las zonas rurales de los países en desarrollo dependen de medicamentos tradicionales basados en plantas para la atención básica de la salud.
Pero la pérdida de esta diversidad amenaza todos estos ámbitos, incluida nuestra salud. Existen pruebas de que perder nuestra biodiversidad podría aumentar los casos de zoonosis – enfermedades transmitidas de animales a humanos-, mientras que, por el contrario, si conseguimos mantenerla estable, esta podría ser una gran herramienta en la lucha contra pandemias como las causadas por los coronavirus.
Si bien somos cada vez más conscientes de que la diversidad biológica es un bien mundial de gran valor para las generaciones presentes y futuras, el número de especies disminuye a un ritmo acelerado, debido a la actividad humana. Dada la importancia de la educación y la conciencia pública sobre esta amenaza, las Naciones Unidas decidieron proclamar la celebración de este Día Internacional de la Diversidad Biológica cada año.
2020 es un año de reflexión, oportunidad y soluciones. Se espera que cada uno de nosotros «construyamos mejor» al usar este tiempo para aumentar la resiliencia de las naciones y las comunidades a medida que nos recuperamos de esta pandemia. 2020 es el año en que, más que nunca, debemos expresar nuestra voluntad para «aplanar y reducir la curva» de la pérdida de biodiversidad en beneficio de los humanos y toda la vida en la Tierra.
Seis datos sobre la conexión entre la naturaleza y el coronavirus:
Los científicos y especialistas que trabajan en el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) han estado reuniendo los últimos datos científicos sobre el coronavirus: lo que sabemos sobre este nuevo virus y lo que no sabemos.
Si bien el origen preciso del brote y su vía de transmisión aún no se han confirmado, aquí presentamos seis puntos importantes que vale la pena conocer:
1. La interacción de los humanos o el ganado con la vida silvestre los expone al riesgo de propagación de patógenos potenciales. Para muchas zoonosis, el ganado sirve como un puente epidemiológico entre la vida silvestre y las infecciones humanas.
2. Los impulsores de la aparición de enfermedades zoonóticas son los cambios en el medio ambiente, usualmente como resultado de actividades humanas que provocan alteraciones en el uso del suelo, en el clima, en los animales o huéspedes humanos y en los patógenos, que siempre evolucionan para explotar nuevos huéspedes.
3. Por ejemplo, los virus asociados con los murciélagos surgieron debido a la pérdida de sus hábitats a causa de la deforestación y la expansión agrícola. Los murciélagos juegan un papel importante en los ecosistemas al ser polinizadores nocturnos y depredadores de insectos.
4. La integridad de los ecosistemas sustenta la salud y el desarrollo humano. Los cambios ambientales inducidos por los humanos modifican la estructura de la población de vida silvestre y reducen la biodiversidad, lo que resulta en nuevas condiciones ambientales que favorecen a los huéspedes, vectores y o patógenos particulares.
5. La integridad de los ecosistemas puede ayudar a regular las enfermedades al promover la diversidad de especies para que sea más difícil que un patógeno se extienda, amplifique o domine.
6. Es imposible predecir de dónde vendrá el próximo brote o cuándo será. La evidencia creciente sugiere que los brotes o enfermedades epidémicas pueden volverse más frecuentes a medida que el clima continúa cambiando.