En el día de ayer, lunes 10 de diciembre de 2018 en Marruecos, 164 países miembro de las Naciones Unidas acordaron el primer Pacto Mundial por una Migración Segura, Ordenada y Regular, durante un acto histórico que el Secretario General de la ONU calificó como una “hoja de ruta para prevenir el sufrimiento y el caos”.

El pacto se expresa a través de un documento en el que se acuerdan 23 objetivos, que pese a no ser vinculantes para los países, ha generado reticencias, entre ellas las de países receptores de grandes flujos migratorios como Estados Unidos, Israel, Australia, Chile, Hungría, Austria, Polonia, República Checa, República Dominicana, Eslovaquia y Bulgaria.

El pacto acuerda gestionar las migraciones desde una visión humanista, en la que prevalece la seguridad del migrante, según el secretario general de la ONU, Antonio Guterres. Dicho acuerdo proporciona una plataforma para adoptar “acciones humanas, sensatas y mutuamente beneficiosas” que se apoyan en dos “ideas simples”. “En primer lugar, la migración siempre ha estado con nosotros, pero debe ser administrada y segura; y en segundo, las políticas nacionales tienen muchas más probabilidades de tener éxito con la cooperación internacional”, explicó.

El titular de la ONU acogió con satisfacción el abrumador apoyo mundial para el acuerdo no vinculante, recalcando que, a las personas en movimiento «voluntario o forzado», sin o con autorización legal, se les debe respetar sus derechos humanos y su dignidad.

La adopción del texto, también conocido como el Pacto de Marrakech, coincidió con el 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Guterres dijo que «sería irónico si, en el día en que se conmemora la proclamación de la Declaración, consideremos que los migrantes deben ser excluidos de su alcance”.

Ante los periodistas, el titular de la ONU afirmó que se trató de un momento muy emocional para él presenciar la adopción del Pacto y recordó a la comunidad internacional que no se trata de un tratado ni de un documento legalmente vinculante, sino que “es un marco para la cooperación internacional arraigado en un proceso de negociación intergubernamental de buena fe, lo que reafirma el principio de la soberanía del Estado.

Ausencias

Guterres lamentó las falsedades que se han expandido sobre el pacto y sobre la migración en general y recordó que el acuerdo no establece un nuevo derecho que permita a las personas elegir dónde y cuándo ir, sino que reafirma que los migrantes deben disfrutar de los derechos humanos, independientemente de su estatuto de migrante

Junto con el cambio climático, la migración no regulada se ha convertido en un problema apremiante en los últimos años. Cada año, miles de migrantes pierden la vida o desaparecen en rutas peligrosas, a menudo víctimas de traficantes.

Según datos de la ONU, a nivel mundial, más de 60.000 migrantes han muerto en sus desplazamientos por rutas peligrosas desde el año 2000, lo que el Secretario General calificó como «una fuente de vergüenza colectiva».

Por su parte, la representante especial para la migración internacional, Louise Arbour, recordó que “todos estos países estaban en la mesa cuando se adoptó el Pacto Mundial” y considera que “su política exterior y el espíritu del multilateralismo se ven muy seriamente afectados” si se desvinculan de un documento que acordaron hace unos pocos meses. “Creo que deja muy mal a los que participaron en lo que fueron negociaciones reales. Consiguieron concesiones de otros. Defendieron sus intereses durante seis meses en los que uno asume que estaban recibiendo instrucciones de sus capitales, así que es muy decepcionante ver este tipo de revés poco después de que se acordara el texto”, señala.

La Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también se ha declarado “muy decepcionada” y piensa “que lo que pasa hoy es que muchos líderes, en lugar de dirigir y dar ejemplo prefieren mirar las encuestas para ver si la gente teme a la inmigración”.

Por su parte, la presidenta de la Asamblea General de la ONU, María Fernanda Espinosa, ha reiterado que el documento es un instrumento flexible que se adapta a las necesidades nacionales de los Estados. «Es un momento histórico porque damos un rostro humano a la emigración», ha precisado Espinosa, antes de añadir que los Estados «por más poderosos que sean, no pueden afrontar el reto migratorio solos».

El Pacto

El pacto se estructura en torno a 23 grandes objetivos. Entre esas metas, hay algunas genéricas como la cooperación para abordar las causas que motivan la migración o mejorar las vías de migración legal. Pero también hay compromisos concretos, como medidas contra la trata y el tráfico de personas, evitar la separación de las familias, usar la detención de migrantes sólo como última opción o reconocer el derecho de los migrantes irregulares a recibir salud y educación en sus países de destino.

Los Estados se comprometen también a mejorar su cooperación a la hora de salvar vidas de migrantes, con misiones de búsqueda y rescate, y garantizando que no se perseguirá legalmente a quien les dé apoyo de carácter «exclusivamente humanitario».

Además, los Gobiernos prometen garantizar un regreso «seguro y digno» a los inmigrantes deportados y no expulsar a quienes se enfrentan a un «riesgo real y previsible» de muerte, tortura u otros tratos inhumanos.

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Fuente: Prensa Naciones Unidas